Un mercado demasiado calmado puede ser peligroso, señalan analistas

La lateralización del precio de bitcoin, junto con su incapacidad de volver a los 94.000 esta demostrando una serie de señales que apuntan a un mercado bajista para 2026

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A primera vista, la acción del precio de Bitcoin parece sumida en una calma inusual. La criptomoneda no logra mantenerse en el nivel psicológico de los 90.000 dólares, por lo que ha registrado una lateralización en el precio de los 89.000 dólares por unidad. Esta aparente serenidad en la superficie del mercado, a pesar de la ligera corrección, está siendo interpretada por los analistas como un factor de riesgo más que de estabilidad. 

Según los analistas XWIN Research Japan, lejos de ser un indicador de consolidación saludable, los datos fundamentales en cadena (on-chain) sugieren que se está gestando una fragilidad estructural significativa justo bajo el velo de tranquilidad. Los inversionistas que se centran únicamente en los gráficos de precios diarios podrían estar pasando por alto las dinámicas internas críticas que históricamente han precedido a períodos de alta volatilidad y correcciones abruptas. 

La ausencia de movimientos direccionales fuertes no implica un mercado robusto, sino, potencialmente, uno que se está volviendo estructuralmente más sensible a los choques externos.

¿Dónde están las señales rojas en el mercado de Bitcoin?

La métrica principal que ha encendido las alarmas y señalado esta preocupación subyacente es el Pulso de Flujo Intercambiario (IFP), que ha girado al rojo en las lecturas recientes. Este cambio de color en la métrica no es un simple dato estadístico; es una indicación directa de una desaceleración palpable en el movimiento de capital y activos digitales entre diferentes exchanges. 

A inicios de 2025, el IFP había aumentado, pero con la entrada de la lateralización y las caídas de precio ha disminuido hasta terrenos rojos. Fuente: CryptoQuant.

¿Qué significa esto? El IFP sirve como un termómetro de la vitalidad interna del ecosistema de Bitcoin, ya que su función es medir activamente la frecuencia y el volumen con el que el Bitcoin fluye de una plataforma de intercambio a otra, actuando así como un proxy directo para la liquidez interna general del mercado y la eficiencia en la circulación de capital. Cuando esta métrica es alta, sugiere que los mecanismos de arbitraje y provisión de liquidez están funcionando de manera óptima, lo que resulta en libros de órdenes densos y una absorción más suave de las transacciones grandes; en esencia, el mercado está bien "lubricado".

El problema surge precisamente cuando el IFP disminuye y se pone en rojo. Esta caída indica que el "flujo sanguíneo" del mercado, la circulación de capital que nutre los libros de órdenes, se está debilitando críticamente. Como resultado directo de esta sequía de movimiento, los libros de órdenes se adelgazan en sus profundidades. Un mercado con libros de órdenes delgados se vuelve intrínsecamente más frágil, haciendo que los precios sean excesivamente sensibles incluso a transacciones de volumen relativamente pequeño. 

En este entorno de baja circulación, lo que en un mercado líquido sería una operación insignificante, puede provocar un impacto desproporcionadamente grande en el precio, rompiendo niveles de soporte o resistencia con una fuerza sorprendente.

Pero existe un doble problema…

La situación de baja liquidez se ve agravada por una segunda dinámica fundamental: este deterioro en la circulación de capital está ocurriendo simultáneamente con balances históricamente bajos de Bitcoin en los exchanges, tal y como hemos reportado en Latamblocks. Las criptomonedas que se mantienen en las wallets de los exchanges representa la oferta que está disponible para la venta inmediata, la cual se está adelgazando cada vez más y podría generar un shock de suministro. 

Si bien es cierto que una oferta vendible limitada puede actuar como un soporte subyacente para los precios a largo plazo (dado que hay menos Bitcoin disponible para ser vendido y se puede hacer más escaso), el efecto a corto y medio plazo es la confirmación del adelgazamiento de los libros de órdenes. Esto crea una peligrosa dicotomía: baja oferta en custodia pero también baja profundidad de mercado.

El peligro se concentra en el momento en que se produce un catalizador que rompe la calma, como podría ser la presión que ha llevado el precio a los 89.000 dólares o cualquier noticia inesperada. El riesgo crucial reside en la amplificación de los movimientos de precios una vez que se inician. Una vez que el precio comienza a moverse con un mínimo impulso en una dirección determinada, ya sea por una orden grande o por un evento noticioso inesperado, el deslizamiento (slippage) aumenta drásticamente porque no hay suficientes órdenes de contraparte para absorber la presión de compra o venta. 

Esta falta de profundidad de mercado conduce a que la volatilidad no solo aumente, sino que se acelere rápidamente. Lo que comienza como un pequeño movimiento se convierte en una cascada, obligando al precio a buscar liquidez mucho más abajo o más arriba. La incapacidad de mantener los 90.000 dólares, a pesar de la aparente calma, subraya la sensibilidad del mercado a la presión de venta en un entorno de libros de órdenes delgados.

Riesgo de magnitud: apalancamiento y vulnerabilidad estructural

Para complicar aún más el panorama, aunque el apalancamiento ha ido disminuyendo, se mantiene en niveles elevados. En este sentido, cuando la liquidez es abundante, los operadores apalancados pueden soportar mejor los retrocesos temporales. Sin embargo, en el entorno actual de baja liquidez y alta sensibilidad a los precios, la inestabilidad que acecha al mercado es impulsada menos por la dirección general de la tendencia y mucho más por la magnitud de los movimientos repentinos.

Los analistas recuerdan que, mirando hacia atrás, los períodos históricos en los que el IFP se puso en rojo no fueron característicos de tendencias suaves y ordenadas que se desarrollaron a lo largo de semanas o meses. Por el contrario, fueron momentos definidos por correcciones bruscas, barridos de liquidez (liquidaciones en cascada) y cambios súbitos e impredecibles en los precios. 

El mensaje es claro: el riesgo principal en este momento no es una ola de ventas agresiva y sostenida impulsada por el miedo fundamental, sino la extrema fragilidad estructural del mercado en sí. Hasta que no se observe una recuperación clara y sostenida en la liquidez y en el Pulso de Flujo Intercambiario, los mercados son propensos a experimentar movimientos erráticos y abruptos, haciendo que cualquier posicionamiento apalancado sea especialmente vulnerable a ser liquidado en este entorno de baja profundidad. 

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